Ir al contenido principal

La exhortación apostólica "Verbum Domini"

Con la publicación de la exhortación apostólica “Verbum Domini”, Benedicto XVI ha querido “revalorizar la Palabra divina en la vida de la Iglesia”. Recoge en ella las propuestas que se hicieron en el Sínodo de Obispos de octubre de 2008, y ha sido saludada como el documento más importante sobre la Biblia desde el Vaticano II.
Al publicarse esa exhortación me hicieron una entrevista acerca de lo que supone ese documento, que tal vez interese conocer a los lectores de este blog:

El Concilio Vaticano II ya subrayó la importancia de que los fieles conocieran mejor la Sagrada Escritura. ¿Por qué se siente ahora de nuevo la necesidad de redescubrir el papel de la Palabra divina en la vida de la iglesia?
—La Iglesia no es un think-tank ni un foro permanente de pensadores dedicado al análisis y búsqueda de soluciones para las grandes cuestiones que se plantean en cada momento histórico. Tampoco es una gigantesca ONG que permanezca atenta a las necesidades concretas de cada lugar y tiempo para remediar situaciones acuciantes. Es algo distinto, y el servicio que ofrece es aún más interesante. Es una comunidad que ha recibido una Palabra que contiene la respuesta adecuada a las más hondas aspiraciones de cada persona, de cada pueblo, de cada sociedad, y de la humanidad en su conjunto. Nunca debe dejar de escucharla y anunciarla. El Concilio Vaticano II constituyó un gran impulso, pero la tarea sigue abierta, no está concluida. Hay que seguir trabajando en esa línea.
Para leer más, ver aquí

Comentarios

Querido Don Paco,

Muchas felicidades por esta iniciativa suya, que esperemos en Dios nos ayude a muchos para profundizar en el estudio de la Palabra de Dios y para interiorizarla en la oración.

Le deseo una feliz Navidad, desde la Ciudad de México,
Luis-Fernando Valdés

Entradas más visitadas de este blog

Himno a la caridad (1 Co 12,31—13,13)

4º domingo del Tiempo ordinario – C. 2ª lectura 12,31 Aspirad a los carismas mejores. Sin embargo, todavía os voy a mostrar un camino más excelente. 13,1 Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, sería como el bronce que resuena o un golpear de platillos. 2 Y aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, y aunque tuviera tanta fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, no sería nada. 3 Y aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo para dejarme quemar, si no tengo caridad, de nada me aprovecharía. 4 La caridad es paciente, la caridad es amable; no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta, 5 no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, 6 no se alegra por la injusticia, se complace en la verdad; 7 todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 La caridad n...

Lo reconocieron al partir el pan (Lc 24,13-35)

Domingo 3º de Pascua – A. Evangelio 13 Ese mismo día, dos de ellos se dirigían a una aldea llamada Emaús, que distaba de Jerusalén sesenta estadios. 14 Iban conversando entre sí de todo lo que había acontecido. 15 Y mientras comentaban y discutían, el propio Jesús se acercó y se puso a caminar con ellos, 16 aunque sus ojos eran incapaces de reconocerle. 17 Y les dijo: —¿De qué veníais hablando entre vosotros por el camino? Y se detuvieron entristecidos. 18 Uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió: —¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabe lo que ha pasado allí estos días? 19 Él les dijo: —¿Qué ha pasado? Y le contestaron: —Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y ante todo el pueblo: 20 cómo los príncipes de los sacerdotes y nuestros magistrados lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron. 21 Sin embargo nosotros esperábamos que él sería quien redimiera a Israel. Pero con todo, es...

Pondré la llave de la casa de David sobre su hombro (Is 22,19-23)

21º domingo del Tiempo ordinario – A . 1ª lectura Así dice el Señor a Sebná, mayordomo de palacio: 19 Te depondré de tu cargo, te derrocaré de tu puesto. 20 Aquel día llamaré a mi siervo Eliaquim, hijo de Jilquías. 21 Lo revestiré con tu túnica, le ceñiré con tu cinturón, pondré en su mano tu poder, y será un padre para los habitantes de Jerusalén y para la casa de Judá. 22 Pondré la llave de la casa de David sobre su hombro: abrirá y no habrá quien cierre, cerrará y no habrá quien abra. 23 Lo hincaré como clavo en sitio firme, y será un trono de gloria para la casa de su padre. Sebná era un importante funcionario de la corte real, que es también mencionado en otros textos (Is 36,3.11.22; 37,2 y 2 R 18,26.37; 19,2). Quizá fue un extranjero que, después de gozar de gran predicamento en el palacio de Ezequías, fue desplazado y sustituido por Eliaquim. Isaías le reprocha a Sebná su afán de ostentación (v. 16) y le anuncia su destitución (vv. 17-19.2...