Ir al contenido principal

La libertad cristiana (Ga 5,1.13-18)

13º domingo del Tiempo ordinario – C. 2ª lectura
1 Para esta libertad Cristo nos ha liberado. Manteneos, por eso, firmes, y no os dejéis sujetar de nuevo bajo el yugo de la servidumbre. 13 Porque vosotros, hermanos, fuisteis llamados a la libertad. Pero que esta libertad no sea pretexto para la carne, sino servíos unos a otros por amor. 14 Pues toda la Ley se resume en este único precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 15 Y si os mordéis y os devoráis unos a otros, mirad que acabaréis por destruiros.
16 Y os digo: caminad en el Espíritu y no deis satisfacción a la concupiscencia de la carne. 17 Porque la carne tiene deseos contrarios al espíritu, y el espíritu tiene deseos contrarios a la carne, porque ambos se oponen entre sí, de modo que no podéis hacer lo que os gustaría.
18 Si os dejáis conducir por el Espíritu, no estáis sujetos a la Ley.
Para Pablo la libertad cristiana no significa libertinaje: la ley de Cristo confirma y profundiza el Decálogo (vv. 13-15). Cristo dio a los diez mandamientos nuevo vigor y mostró que la clave y ­resumen de todos ellos es el Amor: un amor a Dios, que lleva consigo necesariamente el amor al prójimo. «Puede también preguntarse —comenta San Agustín— por qué el Apóstol habla aquí sólo del amor al prójimo, con el cual dijo que se cumple la Ley (...), cuando en rea­lidad la caridad sólo es perfecta si se viven los dos preceptos del amor a Dios y al prójimo (...). Pero ¿quien puede amar al prójimo, es decir, a todo hombre, como a sí mismo, si no ama a Dios, ya que sólo con su precepto y su don puede cumplir el amor al prójimo? De ahí que, como ambos preceptos no se pueden guardar uno sin otro, basta nombrar uno de ellos» (Expositio in Galatas 45).

La libertad quiere decir que el hombre es capaz de caminar hacia Dios, su verdadero y último fin (vv. 16-26). Se es libre cuando se es conducido por el Espíritu de Dios. 

Comentarios

Entradas más visitadas de este blog

Himno a la caridad (1 Co 12,31—13,13)

4º domingo del Tiempo ordinario – C. 2ª lectura 12,31 Aspirad a los carismas mejores. Sin embargo, todavía os voy a mostrar un camino más excelente. 13,1 Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, sería como el bronce que resuena o un golpear de platillos. 2 Y aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, y aunque tuviera tanta fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, no sería nada. 3 Y aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo para dejarme quemar, si no tengo caridad, de nada me aprovecharía. 4 La caridad es paciente, la caridad es amable; no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta, 5 no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, 6 no se alegra por la injusticia, se complace en la verdad; 7 todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 La caridad n...

El Decálogo (Ex 20,1-17)

3º domingo de Cuaresma – B. 1ª lectura 1 Entonces Dios pronunció todas estas palabras, diciendo: 2 —Yo soy el Señor, tu Dios, que te ha sacado del país de Egipto, de la casa de la esclavitud. 3 No tendrás otro dios fuera de mí. 4 No te harás escultura ni imagen, ni de lo que hay arriba en el cielo, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas por debajo de la tierra. 5 No te postrarás ante ellos ni les darás culto, porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso que castigo la culpa de los padres en los hijos hasta la tercera y la cuarta generación de aquellos que me odian; 6 pero tengo misericordia por mil generaciones con los que me aman y guardan mis mandamientos. 7 No tomarás el nombre del Señor, tu Dios, en vano, pues el Señor no dejará impune al que tome su nombre en vano. 8 Recuerda el día del sábado, para santificarlo. 9 Durante seis días trabajarás y harás tus tareas. 10 Pero el día séptimo es sábado, en honor del Señor, tu Dios. No harás en él ...

Cuando Moisés alzaba las manos, vencía Israel (Ex 17,8-13)

29º domingo del Tiempo ordinario – C. 1ª lectura 8 Vino entonces Amalec y atacó a Israel en Refidim . 9 Moisés dijo a Josué: —Elige unos hombres y sal a combatir contra Amalec. Yo estaré de pie en la cima del monte con el bastón de Dios en la mano. 10 Hizo Josué como Moisés le había ordenado y combatió contra Amalec; mientras, Moisés, Aarón y Jur subieron a la cima del monte. 11 Resultó que cuando Moisés alzaba las manos, vencía Israel, pero cuando las dejaba caer, vencía Amalec. 12 Como se le cansaban las manos a Moisés, acercaron una piedra, se la pusieron debajo y se sentó sobre ella, en tanto que Aarón y Jur le sujetaban las manos, cada uno por un lado. Y así sus manos se mantuvieron en alto hasta la puesta del sol. 13 Josué derrotó a Amalec y a su pueblo a filo de espada. Comentario a Éxodo 17,8-13 Junto a la falta de alimento y de agua, los israelitas tendrían que afrontar en el desierto los ataques de otros grupos que les disputarían los pozos o los pastos. La confront...