Ir al contenido principal

Bautizados en Cristo Jesús (Rm 6,3-11)


Vigilia Pascual. 8ª lectura
¿No sabéis que cuantos hemos sido bautizados en Cristo Jesús hemos sido bautizados para unirnos a su muerte? Pues fuimos sepultados juntamente con él mediante el bautismo para unirnos a su muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros caminemos en una vida nueva. Porque si hemos sido injertados en él con una muerte como la suya, también lo seremos con una resurrección como la suya, sabiendo esto: que nuestro hombre viejo fue crucificado con él, para que fuera destruido el cuerpo del pecado, a fin de que ya nunca más sirvamos al pecado. Quien muere queda libre del pecado.
Y si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él, porque sabemos que Cristo, resucitado de entre los muertos, ya no muere más: la muerte ya no tiene dominio sobre él. 10 Porque lo que murió, murió de una vez para siempre al pecado; pero lo que vive, vive para Dios. 11 De la misma manera, también vosotros debéis consideraros muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús.
Por el Bautismo la gracia de Cristo llega a cada uno y nos libra del dominio del pecado. En nosotros se reproduce entonces no sólo la pasión, muerte y sepultura de Cristo, representadas por la inmersión en el agua (vv. 3-4.6), sino también la nueva vida, la vida de la gracia, que se infunde en el alma como participación de la resurrección de Cristo (vv. 4-5).
A partir de esta enseñanza paulina, los Padres desarrollaron la significación del sacramento del Bautismo cristiano y los efectos espirituales que produce. «El Señor —recuerda San Ambrosio a los recién bautizados—, que quiere que sus beneficios permanezcan, que los planes insidiosos de la serpiente sean disueltos y que sea eliminado al mismo tiempo aquello que resultó dañado, dictó una sentencia contra los hombres: Tierra eres y a la tierra has de volver (Gn 3,19), e hizo al hombre sujeto de la muerte (...). Pero le fue dado el remedio: el hombre moriría y resucitaría (...). ¿Me preguntas cómo? (...). Fue instituido un rito por el que el hombre muriera estando vivo y resucitara también estando vivo» (De Sacramentis 2,6). Y San Juan Crisóstomo explica: «El Bautismo es para nosotros lo que la cruz y la sepultura fueron para Cristo; pero hay una diferencia: el Salvador murió en su carne, fue sepultado en su carne, mientras que nosotros debemos morir espiritualmente. Por eso el Apóstol no dice que nosotros somos “injertados en él con su muerte”; sino con la semejanza de su muerte» (In Romanos 10). Además, así como el injerto y la planta forman una unidad de vida, los cristianos, injertados, incorporados a Cristo por el Bautismo, formamos una unidad con Él y participamos ya ahora de su vida divina.
Por su parte, el Catecismo de la Iglesia Católica, al exponer la doctrina sobre el Bautismo, enseña: «Este sacramento recibe el nombre de Bautismo en razón del carácter del rito central mediante el que se celebra: bautizar (baptizein en griego) significa “sumergir”, “introducir dentro del agua”; la “inmersión” en el agua simboliza el acto de sepultar al catecúmeno en la muerte de Cristo de donde sale por la resurrección con Él (cfr Rm 6,3-4; Col 2,12) como “nueva criatura” (2 Co 5,17; Ga 6,15)» (n. 1214).
El modo ordinario actual de este sacramento, derramando agua sobre la cabeza (bautismo por infusión), se usaba ya en los tiempos apostólicos y se generalizó frente al bautismo por inmersión por obvias razones prácticas.
En los vv. 9-10, acentúa San Pablo su enseñanza: con la muerte de Cristo en la cruz y con su resurrección quedó roto el lazo de la muerte, tanto para Cristo co­mo para todos los suyos. Resucitado y glorioso, ha alcanzado el triunfo: ha ganado para su Humanidad y para nosotros una nueva vida. En los que hemos sido bautizados se reproducen de alguna manera esos mismos acontecimientos de la vida de Cristo.

Comentarios

Entradas más visitadas de este blog

La vida de familia (Col 3,12-21)

Sagrada Familia. 2ª lectura 12 Por tanto, como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de entrañas de misericordia , de bondad, de humildad , de mansedumbre , de paciencia. 13 Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga queja contra otro; como el Señor os ha perdonado, hacedlo así también vosotros. 14 Sobre todo, revestíos con la caridad , que es el vínculo de la perfección. 15 Y que la paz de Cristo se adueñe de vuestros corazones: a ella habéis sido llamados en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. 16 Que la palabra de Cristo habite en vosotros abundantemente. Enseñaos con la verdadera sabiduría, animaos unos a otros con salmos , himnos y cánticos espirituales , cantando agradecidos en vuestros corazones. 17 Y todo cuanto hagáis de palabra o de obra, hacedlo todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. 18 Mujeres: estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. 19 Maridos: amad a vuestras mujeres y no seáis áspero...

Toma al niño y a su madre, y huye a Egipto (Mt 2,13-15.19-23)

Sagrada Familia - A. Evangelio 13 Cuando se marcharon, un ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: —Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y quédate allí hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo. 14 Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre y huyó a Egipto. 15 Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que dijo el Señor por medio del Profeta: De Egipto llamé a mi hijo . 19 Muerto Herodes, un ángel del Señor se le apareció en sueños a José en Egipto 20 y le dijo: —Levántate, toma al niño y a su madre y vete a la tierra de Israel ; porque han muerto ya los que atentaban contra la vida del niño. 21 Se levantó, tomó al niño y a su madre y vino a la tierra de Israel. 22 Pero al oír que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, temió ir allá; y avisado en sueños marchó a la región de Galilea . 23 Y se fue a vivir a una ciudad llamada Nazaret , para que se cumpliera lo dic...

El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz (Is 9,1-3.5-6)

Navidad. Misa de Medianoche. 1ª lectura 1 El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz, a los que habitaban en tierra de sombras de muerte, les ha brillado una luz. 2 Multiplicaste el gozo, aumentaste la alegría. Se alegran en tu presencia con la alegría de la siega, como se gozan al repartirse el botín. 3 Porque el yugo que los cargaba, la vara de su hombro, el cetro que los oprimía, los quebraste como el día de Madián. 5 Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Sobre sus hombros está el imperio, y lleva por nombre: Consejero maravilloso, Dios fuerte , Padre sempiterno, Príncipe de la paz . 6 El imperio será engrandecido, y la paz no tendrá fin sobre el trono de David y sobre su reino, para sostenerlo y consolidarlo con el derecho y la justicia, desde ahora y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos lo hará. Comentario a Isaías 9,1-6 A partir de Is 8,23 comienza a hacerse presente, aún entre sombras, la figura del rey Eze...