Solemnidad de San Juan Bautista – B. 2ª
lectura
En aquellos
días Pablo dijo: 22 Dios les suscitó como rey a David, a quien
acreditó diciendo: Encontré a David, hijo de Jesé, hombre según mi corazón, que
hará en todo mi voluntad.
23 De su descendencia, Dios, según la promesa, hizo
surgir para Israel un Salvador, Jesús. 24 Juan había predicado, ante
la proximidad de su venida, un bautismo de penitencia a todo el pueblo de
Israel. 25 Cuando estaba Juan para terminar su carrera decía:
«¿Quién pensáis que soy? No soy yo, sino mirad que detrás de mí viene uno a
quien no soy digno de desatar el calzado de los pies».
26 Hermanos, hijos de Abrahán y los que entre vosotros
sois temerosos de Dios: a nosotros se nos ha enviado esta palabra de Salvación.
El discurso de Pablo en la sinagoga de Antioquía de Pisidia nos
informa admirablemente sobre su manera de presentar el Evangelio a una
congregación de judíos y prosélitos. Describe un cuadro general de la historia
de la salvación, donde finalmente sitúa a Jesús como el Mesías esperado, en el
que convergen los caminos de esta historia y las promesas de Dios. Las diversas
etapas que conducen a Jesucristo, incluida la del Bautista ,
adquieren en la exposición un carácter transitorio. Lo antiguo y provisional
debe hacerse a un lado para dejar paso en Cristo a lo nuevo y definitivo:
«Cristo es el fin de la Ley :
Él nos hace pasar de la esclavitud de esta Ley a la libertad del espíritu. La Ley tendía hacia Él como a su
complemento; y Él, como supremo legislador, da cumplimiento a su misión,
transformando en espíritu la letra de la Ley. (...) La sombra se retira ante la llegada de
la luz, y la gracia sustituye a la letra de la Ley por la libertad del Espíritu» (S. Andrés de
Creta, Sermones 1).
El discurso recoge los temas principales de la predicación apostólica:
iniciativa divina salvadora en la historia de Israel (vv. 17-22), referencia al
Precursor (vv. 24-25), anuncio del Evangelio o kérygma propiamente dicho (vv. 26b-31a), mención de Jerusalén (v.
31b), argumentos de Sagrada Escritura (vv. 33-37), complemento de doctrina y
tradición apostólica (vv. 38-39) y exhortación final de carácter escatológico
—anuncio del futuro— (vv. 40-41).
Comentarios