Ir al contenido principal

La serpiente de bronce (Nm 21,4b-9)

Exaltación de la Santa Cruz – 1ª lectura

4b En el camino desfalleció el ánimo del pueblo. 5 El pueblo habló contra Dios y contra Moisés:
—¿Por qué nos habéis hecho subir de Egipto para morir en este desierto, donde no hay pan ni agua y nuestra alma no puede más con este alimento tan ligero?
6 El Señor les envió serpientes venenosas que mordieron al pueblo, y murió mucha gente de Israel. 7 Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo:
—Hemos pecado porque hemos hablado contra el Señor y contra ti. Ruega al Señor que aparte de nosotros las serpientes.
Y Moisés oró por el pueblo. 8 El Señor dijo a Moisés:
—Haz una serpiente venenosa y ponla sobre un mástil, y todo el que haya sido mordido y la mire, vivirá.
9 Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre un mástil, y si alguien había sido mordido por una serpiente, miraba fijamente la serpiente de bronce y vivía.

Comentario a Números 21,4-9

El pueblo continúa protestando contra Moisés, ahora a causa de aquel gran rodeo en torno a Edom. Pero esa protesta es, al mismo tiempo, contra Dios. Ante el castigo, Moisés se convierte una vez más en intercesor a favor del pueblo. Los sucesos a los que alude el relato pudieron tener lugar en la zona de la Arabá, donde ya desde el siglo XIII a.C. se explotaron minas de cobre. En la ac­tual Timná se ha encontrado un santuario egipcio con una serpiente de cobre, señal de que a estas serpientes se les atribuía algún poder mágico.

Este pasaje de Números es interpretado en Sb 16,5-12 donde se resalta que quien curaba no era la serpiente, sino la misericordia de Dios, mientras que la serpiente era una señal de la salvación que Dios ofrece a todos los hombres. La serpiente de bronce vuelve a mencionarse en el Evangelio como tipo de Cristo clavado en la cruz, causa de salvación para cuantos dirigen a Él su mirada con fe: «Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es preciso que sea levantado el Hijo del Hombre, para que todo el que crea tenga vida eterna en él» (Jn 3,14-15). En el Evangelio se contempla la acción salvadora de la serpiente levantada en lo alto aludiendo al levantamiento de Jesús en la Cruz y a su eficacia salvífica. Cuando Cristo es alzado sobre todas las realidades humanas, eleva todas las cosas hacia él, de modo que su glorificación es medio de curación definitiva para toda la humanidad.

Comentarios

Entradas más visitadas de este blog

Himno a la caridad (1 Co 12,31—13,13)

4º domingo del Tiempo ordinario – C. 2ª lectura 12,31 Aspirad a los carismas mejores. Sin embargo, todavía os voy a mostrar un camino más excelente. 13,1 Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, sería como el bronce que resuena o un golpear de platillos. 2 Y aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, y aunque tuviera tanta fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, no sería nada. 3 Y aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo para dejarme quemar, si no tengo caridad, de nada me aprovecharía. 4 La caridad es paciente, la caridad es amable; no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta, 5 no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, 6 no se alegra por la injusticia, se complace en la verdad; 7 todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 La caridad n...

Un Dios que perdona (Lc 15,1-32)

24º domingo del Tiempo ordinario – C. Evangelio 1 Se le acercaban todos los publicanos y pecadores para oírle. 2 Pero los fariseos y los escribas murmuraban diciendo: —Éste recibe a los pecadores y come con ellos. 3 Entonces les propuso esta parábola: 4 —¿Quién de vosotros, si tiene cien ovejas y pierde una, no deja las noventa y nueve en el campo y sale en busca de la que se perdió hasta encontrarla? 5 Y, cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso, 6 y, al llegar a casa, reúne a los amigos y vecinos y les dice: «Alegraos conmigo, porque he encontrado la oveja que se me perdió». 7 Os digo que, del mismo modo, habrá en el cielo mayor alegría por un pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de conversión. 8 ¿O qué mujer, si tiene diez dracmas y pierde una, no enciende una luz y barre la casa y busca cuidadosa...

El Señor renunció al mal que había anunciado (Ex 32,7-11.13-14)

24º domingo del Tiempo ordinario – C. 1ª lectura 7 En aquellos días, el Señor dijo a Moisés: —Anda, baja porque se ha pervertido tu pueblo, el que sacaste del país de Egipto. 8 Pronto se han apartado del camino que les había ordenado. Se han hecho un becerro fundido y se han postrado ante él; le han ofrecido sacrificios y han exclamado: «Éste es tu dios, Israel, el que te ha sacado del país de Egipto». 9 Y dijo el Señor a Moisés: —Ya veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. 10 Ahora, deja que se inflame mi cólera contra ellos hasta consumirlos; de ti, en cambio, haré un gran pueblo. 11 Moisés entonces suplicó al Señor, su Dios, diciendo: —¿Por qué, Señor, ha de inflamarse tu cólera contra tu pueblo, al que has sacado del país de Egipto con gran poder y mano fuerte? 13 Acuérdate d...