Ir al contenido principal

Tú das ocasión para el arrepentimiento (Sb 12,13.16-19)

16º domingo del Tiempo ordinario – A . 1ª lectura
13 Fuera de ti no hay otro Dios que se cuide de todo,
al que tengas que explicar que no juzgaste injustamente.
16 Tu poder es el principio de la justicia,
 y el ser Señor de todas las cosas te hace perdonar a todos.
17 Muestras tu fuerza al que no cree en la perfección de tu poder,
y a quienes la reconocen dejas convictos de su atrevimiento.
18 Tú, dueño de la fuerza, juzgas con benignidad,
y nos gobiernas con gran indulgencia;
porque, cuando quieres, haces valer tu poder.
19 Por estos hechos enseñaste a tu pueblo
que el justo ha de ser amigo del hombre,
y llenaste a tus hijos de buena esperanza,
pues, después de pecar, das ocasión para el arrepentimiento.
La perícopa está impregnada de la fe más recia en la bondad y poder de Dios, que es único y omnipotente y no tiene que rendir cuentas a nadie (vv. 13-14). Aquí el libro de la Sabiduría conecta con la tradición sapiencial (cfr por ej., Jb 9) y con la profética (cfr por ej., Is 45,9-13; Jr 18,5-11). Su omnímodo poder no convierte a Dios en un tirano injusto, sino todo lo contrario: Dios es siempre justo (vv. 15-17). Tampoco su justicia está reñida con su misericordia y benignidad. Así lo muestra especialmente con Israel, que cree en Él, pero también con todos los hombres, cuyas malas obras castiga con indulgencia para darles ocasión de convertirse de su malicia (vv. 18-25). No dejará de castigar, sin embargo, a los que se empecinan en su incredulidad y malicia (vv. 26-27). Esta enseñanza será recogida también en el Nuevo Testamento: cfr, por ej., Mc 16,15-16.

Comentarios

Entradas más visitadas de este blog

Vanidad de vanidades (Qo 1,2; 2,21-23)

18º domingo del Tiempo ordinario – C. 1ª lectura 1,2 ¡Vanidad de vanidades —dice Qohélet—, vanidad de vanidades, todo es vanidad! 2,21 Hay personas que trabajan con sabiduría, ciencia y provecho, y han de dejar lo suyo a quien no lo trabaja. También esto es va­nidad y un gran mal. 22 Entonces ¿qué saca el hombre de todo su trabajo y del empeño que su corazón pone bajo el sol?, 23 pues pasa todos los días dolorido y contrariado, y su corazón ni siquiera reposa por la noche. También esto es vanidad. Comentario a Eclesiastés 1,2 y 2,21-23 El libro del Eclesiastés (Qohélet) comienza y termina casi con las mismas palabras: «¡Vanidad de vanidades...» (v. 2; cfr 12,8). En esa frase se sintetiza de modo admirable la idea central de la obra y se expresa la valoración que merecen al autor sagrado las rea­lidades del mundo y los fr...

Himno a la caridad (1 Co 12,31—13,13)

4º domingo del Tiempo ordinario – C. 2ª lectura 12,31 Aspirad a los carismas mejores. Sin embargo, todavía os voy a mostrar un camino más excelente. 13,1 Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, sería como el bronce que resuena o un golpear de platillos. 2 Y aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, y aunque tuviera tanta fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, no sería nada. 3 Y aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo para dejarme quemar, si no tengo caridad, de nada me aprovecharía. 4 La caridad es paciente, la caridad es amable; no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta, 5 no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, 6 no se alegra por la injusticia, se complace en la verdad; 7 todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 La caridad n...

El rico insensato (Lc 12,13-21)

18º domingo del Tiempo ordinario – C. Evangelio 13 Uno de entre la multitud le dijo: —Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo. 14 Pero él le respondió: —Hombre, ¿quién me ha constituido juez o encargado de repartir entre vosotros? 15 Y añadió: —Estad alerta y guardaos de toda avaricia; porque aunque alguien tenga abundancia de bienes, su vida no depende de lo que posee. 16 Y les propuso una parábola diciendo: —Las tierras de cierto hombre rico dieron mucho fruto. 17 Y se puso a pensar para sus adentros: «¿Qué puedo hacer, ya que no tengo dónde guardar mi cosecha?» 18 Y se dijo: «Esto haré: voy a destruir mis graneros, y construiré otros mayores, y allí guardaré todo mi trigo y mis bienes. 19 Entonces le diré a mi alma: “Alma, ya tienes muchos bienes almacenados para muchos años. Descansa, co...