Ir al contenido principal

Estuvo en el desierto cuarenta días mientras era tentado por Satanás (Mc 1,12-15)

amit-lahav-HEPRaHEcyuc-unsplash

1º domingo de Cuaresma –B. Evangelio

12 Enseguida el Espíritu lo impulsó hacia el desierto. 13 Y estuvo en el desierto cuarenta días mientras era tentado por Satanás. Estaba con los animales, y los ángeles le servían.

14 Después de haber sido apresado Juan, vino Jesús a Galilea predicando el Evangelio de Dios, 15 y diciendo:

—El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está al llegar; convertíos y creed en el Evangelio.

Comentario a Marcos 1,12-15

San Mateo y San Lucas describen con detalle tres tentaciones de Jesús antes de iniciar la vida pública, y unas tentaciones análogas se recogen también en el Evangelio de San Juan (Jn 6,15-7,9). Marcos las reseña brevemente y pasa enseguida a narrar la actividad pública para la que Jesús se había preparado en el desierto.

Tentación, en la Sagrada Escritura, tiene el sentido de «prueba», más que el de «sugestión» o «incitación». Con las tentaciones se nos enseña también la verdadera Humanidad de Jesucristo: «No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino que, de manera semejante a nosotros, ha sido probado en todo, excepto en el pecado» (Hb 4,15). También por eso la conducta de Cristo es modelo para la nuestra: «Jesús, después de ser bautizado, ayunó en solitario durante cuarenta días. Así nos enseñó con su ejemplo que, una vez recibido el perdón de los pecados mediante el bautismo, con vigilia, ayunos y oraciones, debemos prepararnos para evitar que, mientras somos torpes o menos prontos, vuelva el espíritu inmundo que había sido expulsado de nuestro corazón» (S. Beda, Homiliae 11).

«Y los ángeles le servían» (v. 13). Los ángeles, a lo largo del Antiguo Testamento, forman parte de la corte celestial de Dios y le alaban continuamente (cfr p. ej., Is 6,1-3; 1 R 22,19). La indicación de que «servían» a Jesús expresa la superioridad, el señorío de Jesucristo sobre ellos.

Foto de Amit Lahav en Unsplash 

Comentarios

Entradas más visitadas de este blog

Himno a la caridad (1 Co 12,31—13,13)

4º domingo del Tiempo ordinario – C. 2ª lectura 12,31 Aspirad a los carismas mejores. Sin embargo, todavía os voy a mostrar un camino más excelente. 13,1 Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, sería como el bronce que resuena o un golpear de platillos. 2 Y aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, y aunque tuviera tanta fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, no sería nada. 3 Y aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo para dejarme quemar, si no tengo caridad, de nada me aprovecharía. 4 La caridad es paciente, la caridad es amable; no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta, 5 no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, 6 no se alegra por la injusticia, se complace en la verdad; 7 todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 La caridad n...

Llega el día ardiente como un horno (Ml 3,19-20a)

33º domingo del Tiempo ordinario – C. 1ª lectura 19 Ved que llega el día, ardiente como un horno, en que todos los arrogantes y los que practican la impiedad serán como paja: el día que ha de venir los abrasará —dice el Señor de los ejércitos—, hasta que no les quede ni raíz ni rama. 20 Mas para vosotros, los que teméis mi Nombre, se elevará el sol de justicia, que trae la salud en sus alas. El profeta anuncia un día de justicia en el que los impíos serán destruidos, mientras que los justos serán premiados. El Señor no es ajeno a los cuidados y preocupaciones de los que le temen; más bien es como un rey soberano que anota en sus anales (cfr Est 6,1-3) los méritos de los justos (v. 16). Por eso, el día en que el Señor se manifieste será para los que le temen un día de gloria y de felicidad inexpresable (vv. 20-21), porque ellos son los protegidos de Dios (vv. 17-18). La expresión «sol de justicia» (v. 20), aplicada a la venida del Señor, encuentra su eco e...

Lo reconocieron al partir el pan (Lc 24,13-35)

Domingo 3º de Pascua – A. Evangelio 13 Ese mismo día, dos de ellos se dirigían a una aldea llamada Emaús, que distaba de Jerusalén sesenta estadios. 14 Iban conversando entre sí de todo lo que había acontecido. 15 Y mientras comentaban y discutían, el propio Jesús se acercó y se puso a caminar con ellos, 16 aunque sus ojos eran incapaces de reconocerle. 17 Y les dijo: —¿De qué veníais hablando entre vosotros por el camino? Y se detuvieron entristecidos. 18 Uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió: —¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabe lo que ha pasado allí estos días? 19 Él les dijo: —¿Qué ha pasado? Y le contestaron: —Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y ante todo el pueblo: 20 cómo los príncipes de los sacerdotes y nuestros magistrados lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron. 21 Sin embargo nosotros esperábamos que él sería quien redimiera a Israel. Pero con todo, es...